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NOVELAS 

 

Las novelas de Clarín son solo dos. El autor, crítico tan implacable con lo propio como con lo ajeno, las calificó de "novelucha" a Su único hijo (1890) y de "novelón escrito a tirones" a La Regenta (1884-85), considerada hoy como una de las cimas de la narrativa española del XIX.

La obra se escribió entre 1883 y 1885, durante los años que marcan la moda del Naturalismo en España y en los que, junto a novelas como La Desheredada de Pérez Galdós, se publican las primicias de Palacio Valdés (El Señorito Octavio, 1881) y de Emilia Pardo Bazán (Un viaje de novios, 1881, La Tribuna, 1882 y los ensayos de La cuestión palpitante, 1883, prologados por el propio Clarín). Es en este ambiente cuando la novela, más allá del puro entretenimiento, se convierte en problema literario y sociológico. De esta manera, sobre un argumento que es el de la mayor parte de las novelas del XIX (el adulterio), trabaja Clarín tanto la técnica novelística como la crítica social, logrando en ambos casos un altísimo resultado.

La novela presenta la vida de Vetusta, contrafigura de Oviedo, centrada en la figura de Ana Ozores, mujer del Regente de la Audiencia jubilado y miembro de la alta sociedad de la ciudad, a la que se disputan el presidente del casino y diputado liberal Álvaro Mesía y el magistral de la catedral, don Fermín de Pas, el primero para seducirla y el segundo para alcanzar poder al tenerla como hija de confesión. No obstante, el Magistral, personaje complejo que resulta, sin duda, la mayor creación del autor, luchará entre lo que predica y sus instintos amorosos, reprimidos por sus votos. Los frecuentísimos parecidos que se pueden señalar, de Madame Bovary de Flaubert y O crime do Padre Amaro de Eça de Queiroz, pasando por la propia Tormento de Pérez Galdós, que se publica durante la escritura de La Regenta, no suponen sino la parte más superficial, con ser importante, de una novela que se convierte, más allá del logradísimo análisis de las personalidades de los protagonistas (en las que demuestra un excelente manejo de técnicas como el monólogo interior o el estilo indirecto libre, que permiten mostrar el fluir de la conciencia de los personajes), el fresco de toda una sociedad. Son difíciles de olvidar personajes tan logrados como los marqueses de Vegallana, el Arcediano de la catedral, el arcipreste don Cayetano Ripamilán, Paula Raíces, la madre del Magistral, o Petra, la criada de la protagonista, que dan a la obra tanto variedad como hondura. Es de gran importancia la maestría que, una vez más, demuestra el autor en el manejo del tiempo narrativo. Así, en los quince primeros capítulos pasan tan sólo tres días, pero nada de lo que sucede es por nada porque lo que explica se hace necesario para entender el resto de la novela.

Respecto de los protagonistas, junto a la figura ya mencionada del Magistral, destacan la figura principal, Ana Ozores, mujer de temperamento enfermizo cuyas debilidades serán hábilmente explotadas por los que pretenden hacerse con ella, y Álvaro Mesía, que caricaturiza a los galanes de mediana edad que resisten al paso del tiempo, aunque, como ya hemos indicado, serán los personajes secundarios, caracterizados a veces únicamente con tres frases de gran fuerza, la principal creación del autor.

Respecto de Su único hijo, es tan diferente de la anterior que su valoración por parte de la crítica ha resultado irregular. Narra la historia de un hombre que, desengañado de sus ideales, acepta como hijo propio al que su mujer tiene de una relación adúltera y logra la realización personal a través de la paternidad. Con ello, como por las mismas fechas hacían Galdós o Pardo Bazán, se aparta Clarín de los temas y formas propios del realismo a ultranza para adentrarse por caminos en los que entrarán enseguida los autores del 98.

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