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GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER (1836-1870) 

Nació en Sevilla en 1836. Con dieciocho años se trasladó a Madrid, donde trabajó escribiendo en periódicos y adaptando obras extranjeras. En 1858 se enamoró de Julia Espín, hija de un compositor, y, aunque su amor no fue correspondido, todo parece indicar que fue esta mujer quien le inspiró sus célebres rimas. Murió en Madrid en 1870, con 34 años de edad.

A pesar de su corta vida, Bécquer escribió varias obras, entre las que destacan dos: las Rimas y las Leyendas. La poesía de Bécquer se publicó en 1871 de forma póstuma. El autor había entregado al político y periodista Luis González Bravo un manuscrito con sus poemas, pero éste se perdió en un incendio. El poeta reescribió el libro y compuso un nuevo manuscrito: El libro de los gorriones. Tras la muerte de Bécquer, sus amigos reordenaron ese poemario, de modo que las poesías (las llamadas rimas) reflejaran el proceso de una historia de amor y lo publicaron bajo el título de Rimas.

Las Rimas son poemas breves, de tono popular y gran musicalidad, que versan sobre la creación poética o sobre el amor. Están organizadas en cuatro bloques:

  • Rimas I a VIII. Tratan sobre la poesía, el acto de la creación y el poeta: Yo sé un himno gigante y extraño/ que anuncia en la noche del alma una aurora,/ y estas páginas son de ese himno/ cadencias que el aire dilata en las sombras.

  • Rimas IX a XXIX. Tienen por tema el amor visto de una forma esperanzada y alegre: Oigo flotando en olas de armonía/ rumor de besos y batir de alas;/ mis párpados se cierran… ¿qué sucede?/ –Es el amor que pasa.

  • Rimas XXX a LI. Se centran en el desengaño amoroso: Asomaba a sus ojos una lágrima/ y a mi labio una frase de perdón;/ habló el orgullo y se enjugó su llanto,/ y la frase en mis labios expiró.

  • Rimas LII a la LXXVI. Giran en torno a la soledad, el dolor y la muerte, tratados con un tono angustiado: En donde esté una piedra solitaria/ sin inscripción alguna/ donde habite el olvido,/ allí estará mi tumba.

Bécquer crea en sus rimas una nueva forma de expresión poética, caracterizada por el tono intimista y melancólico, el simbolismo y una sencillez opuesta al retoricismo y a la exaltación de los primeros románticos. Él mismo concibe sus poemas como muestras de una poesía «natural, breve, seca, que brota del alma como una chispa eléctrica, que hiere el sentimiento con una palabra y huye; y desnuda”. Por su simbolismo y su esencialidad, esta poesía ejerció un fuerte influjo en la poesía moderna, especialmente en autores como Juan Ramón Jiménez o en los escritores de la llamada Generación del 27.

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